La disciplina es una expresión de amor y respeto
Por Claudia Fabiola Pérez Rivas.
Publicado en el Boletín de enero del Colegio Holandés de Querétaro
En relación a la disciplina, se sabe que es un tema muy complejo de tratar, aunque se ha escrito mucho sobre ella no siempre sabemos lo que hay que hacer con nuestros hijos/as, y/o alumnos/as cuando no es adecuado su comportamiento. El tema de la disciplina lleva a reconocer una de las problemáticas pedagógico-didácticas que cobra cada vez más fuerza al trascender las barreras de la institución.
Para enseñar a un niño/joven a ser disciplinado es importante comprender el proceso de desarrollo moral, y tener claro: qué entendemos por ser disciplinado, cuáles conductas y actitudes están bien y cuáles están mal.
Se necesita también un método que nos ayude a lograr, de manera sistemática que el niño/joven adquiera, aprenda o desarrolle una buena disciplina, hábitos, valores, principios. Uno de estos métodos se refiere, de acuerdo a diversos autores, a la disciplina con dignidad, disciplina por responsabilidad, disciplina positiva, disciplina creativa o disciplina inteligente.
La manera en cómo se corrige y enseña a los niños y jóvenes tiene un efecto directo en la autoestima y en la forma en como ellos se comportan. Investigaciones demuestran que la manera de responder de los padres o tutores a los malos comportamientos de los chicos tiene consecuencias para su desarrollo futuro. El auto-concepto y el auto –aprecio se desarrollan primero y más fuertemente en la casa, y los padres o tutores necesitan aprender maneras de ayudar a niños y jóvenes a crecer con una idea positiva de sí mismos, con aprecio hacia lo que son y lo que hacen.
Actualmente se plantea la re significación de la disciplina en el marco de las relaciones de convivencia sostenidas en nuevos procedimientos que den respuesta en las situaciones de conflicto en los ámbitos educativos, más con la reflexión que con el método de mando – obediencia, basado en el autoritarismo más que en la autoridad.
La disciplina tiene que ver con la capacidad de posponer la gratificación, es decir, saber esperar; enfrentar las dificultades y responsabilizarse de las acciones propias. Los componentes de una disciplina positiva son: amor
incondicional, límites claros y firmeza con cariño. Hay que tener cuidado con lo que se cree que funciona.
Mucha gente cree que el rigor y el castigo funcionan. Se está de acuerdo pero el “castigo” funciona ya que detiene inmediatamente una mala conducta, pero ¿cuáles son sus resultados a largo plazo? A menudo nos dejamos engañar por los efectos inmediatos, pero a veces debemos “tener cuidado con lo que funciona” si el producto final es negativo. La reflexión y el diálogo funcionan mejor aunque sea a un plazo más largo.
Para tener relaciones de convivencia adecuadas se tienen que tener nuevos procedimientos y mecanismos que den respuesta a situaciones de indisciplina, así como al conflicto en los ámbitos educativos, y esto lleva tiempo pero uniendo los esfuerzos de los actores educativos se puede lograr una convivencia sana basada en los derechos humanos y en la formación moral del alumno.